Peligros desde el espacio exterior

>> lunes, 20 de abril de 2009

Peligros desde el espacio exterior

Astronómicamente hablando, el fin de la Tierra ocurrirá mucho antes del fin del universo. Y hay dos posibles finales de la Tierra que para los astrónomos son seguros: la muerte del Sol o que el sistema solar entre en el campo gravitacional de un hoyo negro y sea “tragado” por este. La única duda es que ocurrirá primero. La prognosis astrofísica nos dice que la muerte del Sol ocurrirá en unos cinco mil millones de años. Acercarnos al campo gravitacional de un hoyo negro todavía tiene una prognosis más o menos vaga ya que los mismos astrofísicos todavía no saben con toda certeza como es que se forman estos hoyos y por lo tanto son incapaces todavía de predecir si esto puede suceder en nuestro vecindario cósmico inmediato y que tan cerca o lejos tiene que suceder para que su campo gravitacional nos afecte. Así como están las cosas, para los astrónomos esto no es solo un final para la Tierra sino para la galaxia misma. Nuestra galaxia está siendo tragada lentamente por un hoyo negro que se encuentra en su centro. El centro de la galaxia es un hoyo negro e inexorablemente se está tragando a toda la galaxia. Lo más seguro es que para la materia que actualmente conforma el sistema solar esto ocurrirá mucho después de la muerte del Sol. La buena noticia es que seguramente ya no estaremos aquí para vivirlo. La vida estará extinta mucho antes y los astrónomos hablan de algunos escenarios que pueden ocasionar esto.

Estos escenarios son básicamente 5 y los expongo en orden de las probabilidades de que ocurran durante nuestras vidas de acuerdo a la lista publicada en el Discovery Magazine en noviembre del 2008.


Un brote de rayos gama (probabilidad 1/14’000’000)

Los brotes de rayos gama (en inglés Gamma-ray bursts) son los eventos electromagnéticos más luminosos que ocurren en el universo. Se trata de flashazos de rayos gama que emanan azarosamente en diferentes lugares y tiempos del universo. Pueden durar desde unos cuantos milisegundos hasta varios minutos y tienen una postemisión más larga en el rango de otras emisiones electromagnéticas (rayos x, ultravioleta, luz óptica, infrarroja y/o radio). Los satélites en órbita detectan estos brotes con una frecuencia de dos o tres por semana.

Los astrónomos creen que se producen durante el colapso que transforma a una estrella en hoyo negro. Y dado que nuestra galaxia es relativamente joven y no tiene muchas estrellas ricas en metales (enanas) solo suceden pocos brotes. La probabilidad que uno de estos rayos toque a la Tierra es de una vez cada 1000 millones de años.

Si eso llegara a suceder, en el peor de los casos se podría calentar la atmósfera a una temperatura tal que toda la materia existente en la superficie estallaría en llamas. En el mejor de los casos se produciría un impacto transformativo en la atmósfera eliminando primero la capa de ozono protectora. Luego cambiaría la química atmosférica predominando los óxidos nitrosos con la que la biósfera quedaría severamente dañada. Los más afectados de inmediato serían los mamíferos y se extinguirían masivamente.

Algunos científicos piensan que una de las extinciones del pasado, las del Ordovícico-Silúrico hace entre 440 y 450 millones de años y fueron la segunda extinción masiva más grande del pasado de la Tierra, ocurrió por un brote de rayos gama.

Para un evento de este tipo no podemos realizar ninguna prevención directa. Si queremos que la humanidad sobreviva aún a una vicisitud de este tipo tendríamos que pensar en colonizar el espacio y tener una “reserva humana” en algún planeta distante que pueda sobrevivir y, en un momento dado “recolonizar” la Tierra.


Una supernova cercana (probabilidad 1/10’000’000)

Una supernova es una explosión estelar que produce objetos muy brillantes en la esfera celeste que pueden durar desde varias semanas a varios meses. Se caracterizan por un rápido aumento de intensidad hasta alcanzar un pico, para luego decrecer en brillo de forma más o menos suave hasta desaparecer completamente.

Se originan a partir de estrellas masivas que ya no pueden fusionar más su agotado núcleo e incapaces de sostenerse tampoco por la presión de degeneración de los electrones, lo que las lleva a contraerse repentinamente y generar, en el proceso, una fuerte emisión de energía. También existe otro proceso más violento aún, capaz de generar destellos incluso mucho más intensos. Suceden cuando una enana blanca compañera de otra estrella, aún activa, agrega suficiente masa de ésta como para superar el límite de Chandrasekhar y proceder a la fusión instantánea de todo su núcleo, lo cual genera una explosión termonuclear que expulsa casi todo, si no todo, el material que la formaba.

Las supernovas provocan la expulsión de las capas superficiales de la estrella en forma de enormes ondas de choque, llenando el espacio que la rodea con elementos pesados. Los restos eventualmente componen nubes de polvo y gas. Cuando el frente de onda de la explosión alcanza otras nubes de gas y polvo cercanas, las comprime y puede desencadenar la formación de nuevas nebulosas solares que originen, en cierto tiempo, nuevos sistemas estelares.

Los astrónomos han detectado potencialmente 15 estrellas en nuestro vecindario cercano que se podrían convertir en supernovas dentro de tiempos astronómicos cercanos (menos de un millón de años). Dependiendo de que tan cercana sea esta explosión podría, en primera instancia tener efectos semejantes a los de un brote de rayos gama descritos arriba hasta provocar un cambio en las órbitas de todos los planetas del sistema solar por la onda de choque que se genera. El estallido de una supernova es la otra hipótesis que se ha postulado para la extinción del Ordivícico-Silúrico.

Las medidas de prevención son las mismas que en el caso anterior del brote de rayos gama.


Cambios súbitos en el comportamiento solar: una erupción solar o un evento “super flip”
(Probabilidad muy alta pero quizá no tan grave como para provocar la extinción completa de la vida en la Tierra)

La vida en la Tierra depende absolutamente del Sol. Curiosamente el estudio del Sol se ha desdeñado hasta cierto punto por los astrónomos y bien se podría decir que todavía se encuentra en pañales. Aún así la ciencia piensa que hay por lo menos dos cambios súbitos posibles en el comportamiento del Sol que podrían desde amenazar seriamente hasta extinguir completamente la vida humana en la Tierra. Se piensa que por lo menos dos de las cinco extinciones masivas del pasado de la Tierra fueron provocadas por el Sol y hay por lo menos dos investigadores del calendario maya, el francés Maurice Cotterell y el belga Patrick Geryl , que piensan que la principal advertencia que nos legaron los mayas a través de su fecha final del 2012 tienen que ver con estos cambios del comportamiento solar.

Astronómicamente hablando las estrellas, y el Sol es una de ellas, tienen un comportamiento sumamente dinámico. En esencia se trata de gigantescos radiadores nucleares donde en un ambiente de calor extremo átomos de un elemento se fusionan con otros. El Sol es una estrella joven. En su interior predomina la fusión de átomos de hidrógeno y lentamente su combustible se irá agotando. Una vez que esto suceda habrá un cambio drástico en la configuración del Sol y la vida en la Tierra no sobrevivirá a este cambio. Esta es la teoría. En la realidad de vez en cuando suceden cosas imprevistas. Las más frecuentes son las erupciones o llamaradas solares. Cualquiera que haya usado un teléfono celular o haya escuchado la radio ha vivido sus consecuencias en forma de interferencias. Que las emisiones de rayos electromagnéticos de todo tipo no afecten mayormente a la vida en la superficie de la Tierra se lo debemos a la capa de ozono que actúa como un filtro y no permite que la mayoría de estas radiaciones lleguen a la biósfera.

Los astrónomos todavía saben demasiado poco del Sol, pero si creen que pudiera haber dos tipos de eventos diferentes que pudieran acabar con la vida tal y como la conocemos.

Las erupciones solares se han observado desde tiempos más bien recientes. Actualmente se clasifican en cinco categorías como A, B, C, M o X dependiendo del pico de flujo de rayos X (en vatios por metro cuadrado, W/m2) de 100 a 800 picómetros en las inmediaciones de la Tierra, medidos en por el sistema de satélites geoestacionarios GOES desde mediados de la década de los 1970’s. Cada clase tiene un pico de flujo diez veces mayor que la anterior, teniendo las erupciones de clase X un pico del orden de 10-4 W/m2. Dentro de una clase hay una escala lineal de 1 a 9, así que una erupción X2 tiene dos veces la potencia de una X1, y es cuatro veces más potente que una M5.

Dos de las erupciones GOES más grandes fueron los eventos X20 (2 mW/m2) registrados el 16 de agosto de 1989 y el 2 de abril de 2001. Sin embargo, estos dos eventos fueron eclipsados por una erupción el 4 de noviembre de 2003, que ha sido la erupción de rayos X más potente jamás registrada. Al principio se la clasificó como una X28 (2.8 mW/m2). Sin embargo, los detectores de GOES quedaron saturados durante el pico de la erupción, y actualmente se piensa que realmente estuvo entre X40 (4.0 mW/m2) y X45 (4.5 mW/m2), basándose en la influencia del evento sobre la afmósfera terrestre. Se cree que la erupción más poderosa de los últimos 500 años sucedió en septiembre de 1859: fue observada por el astrónomo británico Richard Carrington y dejó rastros en el hielo de Groenlandia en forma de nitratos y berilio-10, que permite medir su potencia aún hoy.

Las erupciones solares están asociadas a eyecciones de masa coronal (CME) influyen mucho nuestra meteorología solar local. Producen flujos de partículas muy energéticas en el viento solar y la magnetosfera terrestre que pueden presentar peligros por radiación para naves espaciales y astronautas. El flujo de rayos X de la clase X de erupciones incrementa la ionización de la atmósfera superior, y esto puede interferir con las comunicaciones de radio en onda corta, y aumentar el rozamiento con los satélites en órbita baja, que lleva a decaimiento orbital. La presencia de estas partículas energéticas en la magnetosfera contribuye a la aurora boreal y a la aurora austral.

Las erupciones solares liberan una cascada de partículas de alta energía conocida como tormenta de protones. Los protones pueden atravesar el cuerpo humano, provocando daño bioquímico. La mayoría de estas tormentas tardan dos o más horas en llegar a la Tierra tras su detección visual. Una erupción ocurrida el 20 de enero de 2005 liberó la concentración de protones más alta medida directamente, que tardó sólo 15 minutos en llegar a la Tierra tras su observación.

Los astrónomos no descartan la posibilidad de que en algún momento el sol pueda emitir una erupción que haga más daño a la vida.

Otro fenómeno común en el comportamiento estelar es su cambio de tamaño. Estos eventos se conocen como “super flips” y se deben a los reacomodos interiores de la masa material, lo que durante algún periodo puede hacer que la estrella se expanda. Una expansión del Sol podría “tragarse” gravitacionalmente a Mercurio y el incremento de su radiación calórica podría calentar a la Tierra extinguiendo toda la vida. El fenómeno contrario también podría ocurrir, la masa del Sol se contrae y durante un periodo genera menos calor. Se cree que es justamente este fenómeno de contracción o la pérdida de irradiación calórica del Sol por alguna otra causa lo que generó las Edades de Hielo del pasado.

Partiendo del supuesto de la cultura única común postulada por muchos investigadores desde Platón (la Atlántida) hasta Graham Hancock (Tras las Huellas de los Dioses) los investigadores sobre el calendario maya Maurice Coterrell y Patrick Geryl, han llegado a la conclusión que los mayas, sabiendo que la cultura ancestral común colapsó justamente por un evento solar, se dedicaron a observar y dejarnos cuidadosos cálculos sobre la periodicidad solar. Los cálculos mayas hasta ahora parecen embonar con el conocimiento científico del Sol parecen ser exactos. Ambos investigadores llegaron a la conclusión de que el fin del mundo calculado por los mayas era un evento solar.

La prevención de este tipo de eventos obviamente es imposible, pero dependiendo de su magnitud si se pueden realizar algunas cosas que pudieran protegernos hasta cierto punto. Hay dos claves para ello.

La primera es que debemos aprender a administrar la atmósfera lo antes posible. La única protección que tenemos hasta ahora es la capa de ozono y está seriamente menguada, incluso hay un hoyo de ozono en constante crecimiento sobre la Antártida. Curiosamente ya hay varias propuestas tecnológicas que podrían solucionar este problema. Producir ozono industrialmente es sumamente barato. Las naves que podrían llevar el ozono hacia la capa superior de la atmósfera también existen o están siendo desarrolladas, pero podría haber otros métodos mucho menos costosos para subir el ozono a la atmósfera.

Otra solución, aunque solo ayudaría a unos cuantos seres humanos y no a la vida en general es la implementación de bunkers de radiación. Algunos gobiernos ya los tienen para que sus élites sobrevivan una guerra nuclear. Pero esto no es suficiente. Los sótanos de las casas probablemente tampoco no serían de gran utilidad, pero se podrían instalar trampas de radiación de otro tipo para proteger a las casas y salvar a sus habitantes.

El Impacto de un Asteroide o Cometa (probabilidad 1/700’000)

Regresemos en el tiempo. Los dinosaurios pastan pacíficamente por todos lados. De repente se ve en el cielo una enorme columna de fuego. Hay un ruido infernal, y toda la Tierra comienza a temblar, en todos lados hacen erupción volcanes que estaban inactivos, las costas son azotadas por tsunamis de cientos de metros de altura que se mueven tierra adentro por kilómetros arrasando todo a su paso. Cuando las olas de choque llegan al otro lado del planeta su encuentro es tan fuerte que en minutos surge toda una cadena montañosa nueva. El sol se oculta detrás de una densa capa de polvo. En todas partes hay incendios. Lo que acaba de suceder es el impacto de un asteroide. La Tierra ha iniciado un nuevo periodo geológico, ha terminado el cuaternario y comenzado el cámbrico, y todo sucedió en un solo día. Los únicos sobrevivientes son bacterias, algas, musgos, unos cuantos peces. Toda la evolución se encamina en una dirección nueva.

La probabilidad de que esto vuelva a suceder es más alta que la probabilidad de morir en un accidente aéreo. En nuestro sistema solar existen más de cien mil objetos que solo están esperando su turno para dar en el blanco. Están repartidos en dos cinturones. Uno, el cinturón de asteroides está en nuestro vecindario inmediato, a planeta y medio de distancia. El otro está a las afueras del sistema solar y se le ha llamado el cinturón de Kuiper.

El impacto de un asteroide de 50 metros de diámetro puede destruir una ciudad completa de inmediato, uno de 200 metros puede destruir un continente como Australia, uno de 500 metros destruiría la mitad del mundo y uno de un kilómetro o más terminaría tendría como consecuencia una extinción masiva como la de los dinosaurios. Ya ha sucedido por lo menos dos veces en la historia de la Tierra y puede suceder de nuevo en cualquier momento.

El 27 de diciembre del 2004 un asteroide cruzó la órbita terrestre a 300’000 kilómetros de distancia. Parece mucho. La Tierra estuvo en ese punto seis horas antes. Nos salvamos por un pelo. Los cálculos de la órbita del asteroide Apophis prevén un acercamiento altamente peligroso en el año 2029 y para su retorno previsto en el 2036.

La buena noticia es que nuestros avances tecnológicos ya tienen el grado de desarrollo para prevenir un impacto. Ya se logró posar una sonda en un asteroide. Ahora es solo cuestión de colocar unos cuantos motores en el asteroide de impacto potencial para desviarlo de su órbita hacia la Tierra. La solución hollywoodense de volarlo en pedazos con bombas atómicas no sería tan efectiva.

El pequeño problema es detectarlo a tiempo. La gran mayoría de los asteroides y cometas tienen nombres de astrónomos amateurs. Esto se debe a que son los únicos que han hecho una verdadera labor de detección básicamente para poder poner su nombre a uno de estos objetos. La humanidad entera tiene que preocuparse por desarrollar una estrategia profesional de observación destinando varios observatorios a la sola observación y catalogación de los objetos del cinturón de astroides. Para catalogar los objetos del cinturón de Cuiper hay más dificultades por su lejanía. Pero uno o dos telescopios espaciales podrían ser destinados a ello tiempo completo.

Sería bastante estúpido extinguirnos por algo que podemos evitar. Siempre nos jactamos de ser más inteligentes que los dinosaurios, frente a esta amenaza tenemos la oportunidad de demostrarlo.


Una invasión extraterrestre (probabilidad imposible de determinar)

Todavía en la década de los 80’s la gran mayoría de los científicos se burlaba de Carl Sagan cuando afirmaba que tenía que haber vida en otras partes del universo. Su frase, dicha por el padre de la protagonista de la película Contacto, se ha hecho célebre: “I don’t know, Sparks. But I guess I’d say if it is just us… seems like an awful waste of space.”

Algo cambió y ese algo fue que los astrónomos comenzaron a detectar exoplanetas. Es decir, planetas que giran alrededor de otras estrellas. El primer descubrimiento confirmado ocurrió en 1988. Hoy en día están encontrando 2 o 3 mensuales, en marzo del 2009 la lista incluía 349 y va creciendo. Ahora creen que nuestro sistema solar es un sistema pequeño. Aun si nuestra configuración de 10 planetas alrededor del sol fuera la norma, habría 10 veces más planetas que estrellas y éstas ya son billones. Pensar que en alguno de ellos no se haya desarrollado y evolucionado la vida se ha convertido en un pensamiento científicamente insostenible. Incluso ya hay un planeta detectado que se encuentra en condiciones semejantes a las de la Tierra.

Claro que cuando hablan de vida lo más seguro es que en la mayoría de los planetas solo hay vida bacteriana. Claro que también hay que considerar que la evolución, tal y como se dio en la Tierra es algo más que una casualidad, algo parecido a un plan maestro universal. Claro que hay que considerar que esa vida evolucionada tendría que haber descubierto una tecnología que nosotros todavía no conocemos. Y, claro, hay que considerar que de entre todos los planetas con vida posibles, nosotros somos lo suficientemente interesantes para ellos como para habernos detectado, estudiado y luego decidir que vale la pena invadirnos, castigarnos, o cualquier otra opción que quizá no se nos ocurre.

Hay quienes dicen que eso incluso ya sucedió. Que los seres humanos somos el resultado de una ingeniería genética operada por extraterrestres y que esos extraterrestres siempre han estado entre nosotros. De esa posibilidad hablaremos más extensamente más adelante.

La historia nos demuestra que siempre que una cultura decide invadir a otra, la cultura invadida es destruida, aun cuando los invasores intentaron conservarla con todas sus buenas intensiones. Es lo que está pasando actualmente en el mundo con la invasión del modelo económico estadounidense, no solo es un modelo económico. Es un modelo cultural y está destruyendo las culturas locales en todas partes. Los McDonalds están amenazando seriamente las culturas de comida rápida locales en todo el mundo.

Si los extraterrestres llegaran, nosotros seríamos la civilización invadida. Los cambios serían radicales y probablemente desastrosos aún si fueran benevolentes con nosotros.

Mientras la humanidad no se convierta en una civilización colonizadora del espacio no tenemos mucho con que hacer frente a una invasión de este tipo. Lo único es que a nivel mundial y en las secretarias de Relaciones Exteriores de cada país debería de haber un plan para recibir, y negociar diplomáticamente con potenciales invasores para paliar los mayores daños.

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