Desastres provocados por la Tierra

>> lunes, 20 de abril de 2009

Durante el tiempo que consideramos historia y unos milenios más la Tierra se ha portado razonablemente bien con nosotros. Pero eso no siempre ha sido así. Por lo menos una de las grandes extinciones del pasado fue provocada por la Tierra misma. Las fuerzas desastrosas de la Tierra se hacen presentes periódicamente a través de terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones, tsunamis, y otras cosas. La Tierra se cobra el derecho humano de vivir con cientos de miles de muertes al año. No es de extrañarse que la mayoría de las culturas hayan desarrollado una filosofía de que hay que quitarle a la Tierra lo que nos otorga a regañadientes. La filosofía de la Tierra como madre benevolente es una visión más bien reciente que surgió en un ámbito de la “Nueva Era” que combina la ecología con la espiritualidad natural.

Todas estas vidas cobradas a través de desastres naturales no son nada comparadas con los llamados megadesastres. Los científicos no han detectado muchos de ellos, pero los modelos desarrollados son altamente preocupantes y nuestra vulnerabilidad ante ellos es infinita.


La erupción de un megavolcán (probabilidad 1/1’000’000)

Nos imaginamos a los volcanes como esas montañas con cráteres que de vez en cuando hacen erupción. A veces incluso les hacen el quite a los políticos cuando emiten sus fumarolas como sucedió con el Popocatepetl durante la crisis de diciembre.

Pero hay otros volcanes, los megavolcanes y no son montañas en absoluto. Los geólogos piensan que hay por lo menos una docena de ellos en todo el mundo y por lo menos dos de ellos, el que está debajo del Parque Nacional Yellowstone en Estados Unidos y el que está debajo del Lago Toba en Indonesia pueden hacer erupción en cualquier momento. Se piensa que estos megavolcanes hacen erupción cada 600’000 años aproximadamente. El primero lo hizo hace 640’000 y el segundo hace 720’000. Su siguiente erupción puede suceder en cualquier momento.

Un volcán “normal” consiste de una especie de ducto hacia el magma del interior de la Tierra, la potencia de su erupción queda restringida a la cantidad de material mágmico que pueda pasar por ese ducto. Los megavolcanes son diferentes. El ducto es una gigantesca burbuja que puede contener millones de metros cúbicos de material explosivo que expulsaría a la atmósfera. Este material explosivo en unas cuantas horas formaría una capa de cenizas y humos sulfúricos altamente tóxicos en toda la atmósfera impidiendo el paso de la luz solar. Podría ser que ese material tardara varios años en asentarse sobre la tierra para permitir nuevamente el paso del calor solar. Además generaría varios megatemblores (dos o tres veces más fuertes que los más fuertes contemplados por la escala de Richter) a su alrededor lo que podría ser catastrófico para la mecánica de las placas tectónicas. Los continentes podrían reacomodarse de una forma poco benevolente para la continuidad de la vida. La evolución tendría que comenzar desde un principio, a partir de bacterias y unos cuantos peces sobrevivientes.

Si los geólogos logran detectar un evento de este tipo lo más deseable sería que no se diera aviso a nadie y, en caso de que se diera, habría que rezar para estar entre los primeros muertos. Para nosotros en México lo ideal sería que el megavolcán que haga erupción fuera el de Yellowstone. No viviríamos para contarlo.


La inversión del campo magnético y/o el sentido de rotación de la Tierra.

Seguramente has tenido en tus manos una brújula. Al ver sus agujas te preguntarás porque y como es que funciona ese magnífico aparatito. Obviamente se debe al campo magnético de la Tierra.

El interior de la Tierra, piensan los geólogos, es un dinamo. Las diferentes capas que componen el manto giran a velocidades ligeramente diferenciadas entre sí alrededor de un núcleo de hierro candente y esto hace que se genere el campo magnético. Desde mediados del siglo XIX se hacen mediciones de la intensidad del campo magnético de la Tierra. Se sabe que ha disminuido en por lo menos 10% si no es que más. ¿Se está deteniendo la Tierra? ¿O simplemente se está invirtiendo el campo magnético?

Ambas cosas por separado o ambas cosas juntas tendrían serias implicaciones. Si el campo magnético solo se está invirtiendo las consecuencias sería un poco más benevolentes para nosotros. Aunque esa benevolencia quizá se base en que todavía no sabemos que tantas cosas dependen de la existencia de este campo.

En primer lugar hablemos de lo que si sabemos. El campo magnético, a través de los cinturones de Van Allen, es un escudo que desvía las partículas cósmicas eléctricamente cargadas hacia los polos de la Tierra. Las auroras boreales y australes son esas partículas hechas visibles. Muchos animales, las aves migratorias, las abejas, y otros voladores probablemente dependen en gran medida del campo magnético para orientarse, quizá tengan como una especie de brújulas integradas en sus cerebros. No sabemos hasta qué punto dependa el funcionamiento del cerebro humano de este campo.

Mientras el campo magnético se invierte forzosamente tiene que haber una temporada de magnetismo cero. Estaríamos expuestos a las partículas cósmicas en todo el planeta. Las consecuencias serían dos: la primera es tecnológica. Habría tantas interferencias en las comunicaciones que suceden por radio que se harían imposibles. La segunda es de salud. El bombardeo de estas partículas sobre el cuerpo humano dispararía las tasas del cáncer a cantidades estratosféricas. 99 de cada 100 personas morirían de esta enfermedad. Las mutaciones fetales estarían a la orden del día. Los escenario más extremistas incluso especulan que una exposición prolongada a estas radiaciones podría tener como consecuencia la esterilización de la humanidad.

Si el campo magnético está disminuyendo, quiere decir que en el interior de la Tierra están cambiando las cosas. Esto probablemente significa que la Tierra esté dejando de rotar. Posiblemente la Tierra tenga incorporado un mecanismo de torque, es decir que se detendrá para luego comenzar a girar en el sentido contrario. Quizá el centro de la Tierra ya no está girando y solo la inercia exterior siga con el impulso. Cuando esa inercia se agote, la Tierra se detendrá.

Mucha gente tiene la imagen que si esto sucede todos saldremos disparados al espacio. Esto no es la imagen correcta. Estamos sujetos a la superficie por la fuerza de gravedad, no por la magnética. De todas formas, la detención de la Tierra por unos días para girar de nuevo en el sentido contrario sería un evento poco placentero. Los escenarios varían dependiendo de que parte de la Tierra estuviera dando la cara al sol. Si resulta ser el lado del Océano Pacífico la consecuencia mínima sería una evaporación masiva de agua, la saturación de la atmósfera al máximo para luego soltar un diluvio monumental una vez recomenzado el giro. ¡Esta es la explicación más plausible para el evento bíblico del diluvio!

Si se detuviera en un meridiano con mucha Tierra, por ejemplo sobre África, la consecuencia sería un calentamiento de la Tierra lo que extraería rápidamente la humedad de todas las plantas haciendo que se incendien fácilmente. Un incendio que cubra todo un continente tendría como consecuencia una edad de hielo porque las cantidades de humo filtrarían toda la luz solar.

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